martes, 19 de agosto de 2008

El espacio vacío


A mamá le encanta ver departamentos.
Una de dos: O en otra vida debe haber sido agente inmobiliaria o la actividad de visitar propiedades le alimenta una especie de voyeurismo, como si viera Gran Hermano. El tema de meterse en casas de otros, de revisarles los muebles, los azulejos, etc; no solo le gusta, sino que lo hace muy bien. Ella siempre se da cuenta de esos detalles en los que yo en mi condenada vida, jamás me hubiera fijado. "Enfrente hay una casa muy vieja. En unos años la tiran abajo, construyen una torre y te saca la luz". "El edificio tiene más de cuarenta años, se nota porque los azulejos de la cocina son amarillos, que es el color que se usaba en los sesenta".
Por eso me gusta ir con ella. Siento que voy con un ser todopoderoso, que es imbatible, siento que es Roger Federer. Entonces ella habla con los vendedores y yo asiento con la cabeza.
El problema es que de tan buen ojo que tiene, le encuentra un defecto a cada departamento.

Mamá: ¿Qué te parece?

Diego: Yo lo veo bien ¿Vos que opinás?

Mamá: Yo creo que por la misma guita podés conseguir un ambiente más.

Diego: Si, pero de menos metros. Prefiero dos ambientes grandes a tres chicos.

Mamá: No, mi amor... no entendés de propiedades. ¿Sabés cuantas veces me mudé?

Diego: ¿Y entonces para qué me preguntás?

Mamá: Porque en definitiva el que va a vivir ahí sos vos.

Diego: Ok, entonces yo prefiero dos ambientes grandes.

Mamá: Pero tres ambientes lo vendés mejor.

Diego: ¿Todavía no lo compré y ya tengo que pensar en venderlo?

Mamá: Tenés que pensar en el futuro.

Diego: En el futuro quiero tener lugar para poner un buen equipo de audio que me rompa los oidos cada vez que veo una película de tiros.

Mamá: Te estoy hablando de tu familia, Diego.

Diego: ¿Qué familia? Yo soy solo.

Mamá: Si, pero el día de mañana vas a querer tener hijos.

Diego: Pero para eso falta mucho, yo no quiero tener hijos todavía.

Mamá: Vas a cambiar de parecer... mañana te conseguís una novia y quién sabe...

Diego: No quiero novia por ahora, estuve seis años en pareja.

Mamá: Si, y te veíamos mucho mejor.

Diego: Yo me siento mejor ahora.

Mamá: Dale, Diego... NADIE está bien solo.

Diego: Yo sí. No quiero que nadie me pregunte por qué como hamburguesas varias veces a la semana, ni por qué miro la misma película un millón de veces.

Mamá: ¿Estás comiendo mal?

Diego: Sabés que no. No cambies de tema.

Mamá: Ok. ¿Entonces?

Diego: ¿Entonces qué?

Mamá: ¿Cuándo vas a traer una novia?

Diego: ¿Qué se yo? Dentro de mucho... Además ahora querés que tenga novia... a Daniela no la bancabas.

Mamá: ¿¿¿A Daniela??? Yo la adoraba, la quería como una hija.

Diego: ¿Qué decís? Te la pasabas criticándola.

Ahí se le transforma la cara. Se le tensa el semblante y se le viene toda la hipocondria encima. Se coloca la mano abierta sobre el pecho e infla grandes los pulmones para concluir en un armónico reclamo agudo.

Mamá: ¿Cómo? No me digas eso... sos muy injusto.

Diego: ¿Injusto? Soy realista ¿Vos no decías que Daniela siempre llegaba tarde a cenar?

Mamá: Si, pero eso solo.

Diego: ¿No decías que usaba camisones demasiado cortos?

Mamá: Bueno... si

Diego: ¿No era que tenía un trabajo poco independiente y que no sentaba cabeza? ¿No la criticabas porque discutía por cualquier cosa? ¿No te hacía rabiar que hubiera dejado tres carreras? ¿No pensabas que metía excusas para no venir a las reuniones de nuestra familia? Es más, una vez te enojaste porque no quiso aprender a cocinar sfijas.

Mamá: ¿Sabés qué? Tenés razón, comprá dos ambientes grandes. La verdad que es una suerte que no te hayas casado con Daniela.

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